miércoles, 9 de diciembre de 2009

Colombia está perdiendo la lucha contra la corrupción: Transparencia


Estas conductas son el principal problema político del país, por encima de la concentración del poder presidencial y la incertidumbre reeleccionista, según un estudio reciente.

“UNO DE los cien puntos del programa de Gobierno del presidente Uribe fue combatir la corrupción y realmente todas las cifras, todas las percepciones y las últimas declaraciones del Procurador, del Contralor y del Fiscal tienden a señalar la lucha contra la corrupción se está perdiendo”.

Así lo reseñó a EL NUEVO SIGLO la profesora Elisabeth Ungar, directora ejecutiva de la corporación Transparencia por Colombia, con motivo del Día Mundial de la Lucha Anticorrupción, que la Asamblea General de las Naciones Unidas estableció para el 9 de diciembre de cada año, desde 2003.

El propósito de la ONU es aumentar la conciencia sobre la corrupción y el papel de la Convención de las Naciones Unidas contra la Corrupción en combatir e impedir la corrupción.

Ungar llamó a los colombianos para que ejerzan control social y denuncien las distintas y cada vez más sofisticadas formas que está adoptando este flagelo.
“La idea es que el Gobierno, por supuesto, pero también los ciudadanos, los medios de comunicación, la academia aunemos esfuerzos para comenzar a ubicar nuevamente el tema de la corrupción en la agenda pública, con acciones concretas y con compromisos concretos por parte de todos para realmente ver si conjuntamente se logra combatir la corrupción efectivamente”, dijo.

Según un reciente estudio publicado por la Misión de Observación Electoral (MOE) y el Observatorio de la Democracia de la Universidad de los Andes, dirigido a 157 líderes de opinión, el 25 por ciento respondió que la corrupción es el problema político más importante que tiene actualmente el país seguido por la concentración de poder en el Ejecutivo con un 20 por ciento, y la incertidumbre sobre la reelección presidencial en tercer lugar con 17 por ciento.

En su más reciente informe, con corte al 30 de septiembre, el programa presidencial de Modernización, Eficiencia, Transparencia y Lucha contra la Corrupción señaló que “desde el punto de vista sectorial la mayoría de denuncias están relacionadas con el empleo público, los servicios públicos, materia judicial, salud y vivienda. Las principales irregularidades denunciadas corresponden a los procesos precontractuales, destacándose la imposición de términos cortos y las exigencias técnicas direccionadas”.

“La corrupción no es un problema exclusivo de los políticos; es un tema que atañe a todos y cada uno de nosotros, por cuanto con ella se juega la calidad de vida y el acceso de millones de colombianos a derechos básicos como la salud, la vivienda y la educación. Pero, además, pone en peligro la gobernabilidad y la estabilidad democrática”, afirmó la profesora Ungar.

La corrupción ha encontrado formas sofisticadas de operar incluso cumpliendo la ley. “Si uno revisa el marco normativo de Colombia”, precisó Ungar, “si la leyes se cumplieran efectivamente los niveles de corrupción serían mucho más bajitos”; sin embargo, “muchos de los actos de corrupción más significativos se cometen en el marco de la legalidad”.

En este contexto, explicó Ungar, el país se debería declarar en emergencia ética: “Es hora de que la sociedad entera comprenda los costos que tiene la corrupción y se comprometa efectivamente con la transformación de las condiciones que hacen de este mal, el principal enemigo del desarrollo y el bienestar de los colombianos. Debemos saber que la corrupción no es un asunto exclusivo de los políticos, y debemos así mismo, pasar de la queja a la acción, ejerciendo control individual y social en todos los ámbitos en los que la corrupción tiene expresión. Debemos preguntarnos todos los días ¿Qué estoy haciendo en contra de la corrupción? y entender que en cada peso, en cada acto corrupto, está comprometida la salud, la vivienda, la educación, los servicios públicos y la calidad de vida de todos. Y la misma democracia. La lucha contra la corrupción es mucho más que un problema de normas. Estas, por supuesto, son necesarias, pero son insuficientes. Los costos políticos, sociales, económicos y morales de la corrupción son un problema de toda la sociedad”.


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